Por Roosell Cornejo, socio Founder TMPP.
A las 05:00 am, en la Av. Canto Grande; con olor a cigarro y resignación, amanece Epifanio Paz, ancashino desde los huesos y jubilado de 67 años, recuerda el sueño “El Rinconcito Ancashino Paz”; que su pensión mensual irrisoria de 350 soles – siendo su sueldo antiguo mucho mayor al mínimo legal – reemplazaron ese sueño ancashino por un Quiosco de periódicos.
Una trompeta matutina entona “Matarina, matarina…”, acompañan los panes de Ernestino Santos, jubilado de 64 años; con un sueño pendiente: “Casa granja – Cutervo”, mezcla de comida y bailes ancestrales. Cuya pensión condena a buscar un “adicional”, para solventar los gastos de su pequeña granja, y mutilar el primer sueño.
El humeante olor del tacacho con cecina, receta de 3 generaciones, es orgullo de Encarnación, recientemente jubilada de 56 años; cuyo sueño temprano de tener su hotel Fluvial, ha sido truncado por deudas antiguas. Y luego de haber recibido la quinta negación al préstamo, dicho sueño se resumió en puesto ambulatorio de comida.
Los 3 destinos comparten la misma incógnita: ¿Por qué no decidimos nosotros? En escenario utópico, ese dinero hubiera sido la fuente de 3 historias de emprendimiento, naturaleza del peruano a pie. Usado ahora como herramienta política, toma más fuerza la crítica al modelo actual de pensiones. Donde se decide la suerte de 2 millones de peruanos en planilla (Según Gestión).